domingo, 10 de junio de 2012

efecto placebo?


¿Qué es lo que permite que se dispare el efecto placebo en nuestra mente y cuerpo?

El placebo es típicamente una píldora de azúcar que, en una alta proporción de las personas, alivian diversas condiciones, incluyendo úlceras, herpes y acné. El efecto es especialmente potente en enfermedades en las que no existe un diagnóstico preciso, en condiciones como la depresión y en el caso del dolor.

En un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, se examinó el efecto placebo en un grupo de 14 hombres jóvenes a los que se les dijo que ”se estaba evaluando el potente efecto analgésico de un nuevo medicamento”, que en realidad eran gotas de solución salina.

A todos los participantes se les provocó un intenso dolor a través de inyectar una solución en un músculo de la quijada. Para cuantificar los efectos los participantes calificaron la intensidad del dolor en una escala del 1 al 7 y se comparó la intensidad del dolor con y sin “el supuesto potente medicamento”.

No me puedo concentrar

Encontraron que bajo los efectos del placebo, a pesar de que se mantuvieron niveles altos de estimulación en los músculos de la quijada, los participantes reportaron “no sentir dolor”, de hecho en cinco sujetos, fue necesario interrumpir la estimulación dolorosa por riesgo a dañar el músculo.

Lo interesante de este estudio es que se utilizó la técnica de Tomografia por Emisión de Positrones para observar lo que sucedía en el cerebro durante la fase de dolor y durante la fase de dolor más placebo. Encontraron que durante la fase de dolor más placebo, los sujetos liberaron grandes cantidades de endorfinas que son analgésicos naturales muy parecidos a la morfina.

¿Qué sucede en el cerebro?

El estado mental que permite que se dispare el efecto placebo aún se desconoce y aparentemente el estar convencido de que va a resultar es un ingrediente necesario. ¿Qué sucede en el cerebro? El funcionamiento corporal está regulado y dirigido desde ahí: desde el sueño hasta la presión arterial.

Un órgano diminuto, el hipotálamo, es la estrella de este mecanismo. Pero no está solo. Por arriba, recibe conexiones del sistema límbico, responsable de la experiencia emocional. De más arriba aún, los dos reciben instrucciones de la corteza cerebral, donde reside el poder de pensar y de ser consciente de sí mismo.

La salud y el bienestar sólo son posibles si estos tres sistemas se entienden y se ajustan entre sí. Un pensamiento mantenido con persistencia, el recuerdo de un agravio, por ejemplo, influye en el sistema límbico, que producirá un sentimiento de cólera sorda.

Y, muy coherentemente, a través del hipotálamo, el mismo sistema límbico preparará al cuerpo para entrar en combate. La lección es que el equilibrio entre las emociones y la razón es fundamental para nuestra salud.

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