domingo, 10 de junio de 2012

Las vacunas no son ninguna panacea


No se sabe si existe una certera relación entre condiciones neurológicas y las vacunas.

Los movimientos que han surgido en las últimas dos décadas, como por ejemplo Vaccination Liberation, afirman tajantemente que el mejor enfoque en vacunación es rechazar todas las vacunas.

Al parecer, el descubrimiento que hizo Edward Jenner hace más de doscientos años y que inauguró una nueva era en la historia de la medicina simplemente ha sido un gran mal entendido.

Dewey Ross, activista del movimiento, cree que la fortaleza del sistema inmunitario, su capacidad para desafiar intrusos, solo se obtiene a partir de condiciones sanitarias adecuadas, estilos de vida sanos y una buena alimentation.

Cada vez que se pone una vacuna no existe suficiente información científica para tomar una decisión informada", Ross.

Es decir, "cada inyección entra en la categoría de experimentación médica" según Ross.

En el caso de México, incluye vacunas contra tuberculosis, poliomielitis, tos ferina, difteria, tétanos, hepatitis B, Haemophilus influenzae, sarampión, rubeola y parotiditis (paperas).

El llamado consiste en no cometer con nuestros hijos los mismos errores que nuestros padres cometieron al vacunarnos.

La historia reciente del movimiento incrédulo del poder de las vacunas se remonta a 1998.

El médico británico gastroenterólogo Andrew Wakefield planteó en un estudio que podría existir una relación entre la administración de la vacuna triple viral (sarampión, paperas y rubeola) y el desarrollo de autismo en niños que habían sido vacunados.

Por su parte, en el continente americano, un reporte del gobierno de Estados Unidos en 1999 advertía que tres vacunas podrían estar exponiendo a los niños a un nivel de mercurio superior al deseado.

En este sentido, millones de padres han visto cómo sus hijos absolutamente normales se enferman luego de una visita al pediatra.

Específicamente se trata de la relación entre vacunas y el autismo.

Desafortunadamente, ni sus causas ni tratamientos han podido ser enteramente develados.

La toxicóloga Helen V. Ratajczak reafirma el componente genético de la enfermedad.

Sin embargo, sugiere algunos factores ambientales que desencadenan el desorden caracterizado por una inflamación continua del cerebro.

Terebce Dermody, presidente de la Sociedad Estadounidense de Virología, explica que todas las vacunas tienen efectos adversos como cualquier medicamento.

Algunas son menores, como dolor en el sitio de la inyección o una fiebre suave.

No existe evidencia de que la vacuna contra el sarampión cause autismo ni que la vacuna contra el virus de la hepatitis B provoque escleroris múltiple" Dermody.

El experto se refiere a 12 estudios epidemiológicos que no han encontrado vínculo entre la vacuna triple viral y el autismo.

Ante todo esto, ¿qué es lo que se debe creer? ¿por qué si es tan clara la evidencia para los científicos el movimiento antivacunas sigue ganando adeptos?

Pues porque a pesar de sus altos niveles de efectividad, las vacunas no son ciento por ciento seguras ni ciento por ciento efectivas para el ciento por ciento de los vacunados.

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